miércoles, mayo 24, 2006

A VECES PARECE QUE ES PARA MUCHO Y LUEGO NO ES PARA TANTO IV

(A veces parece que es para mucho y luego no es para tanto I)

(A veces parece que es para mucho y luego no es para tanto II)

(A veces parece que es para mucho y luego no es para tanto III)


Esta mañana la recordé mientras olía el café. No era un café de los suyos, sino un horrible café de máquina, café de S.XXI, pero al fin y al cabo era café y me acordé de ella. Qué curioso, quién me iba a decir, quién nos iba a decir a las dos, que sería su último día. Quizá ella sí lo sabía. Al final he llorado, y ya me siento mejor. A veces parece que es para mucho y luego no es para tanto.

Como aquel día, cuando volvimos a las cabañas a reponer fuerzas para la siguiente excursión. El día estaba nublado; cielo encapotado y un nivel de humedad que hacía que el calor fuera insoportable. Yo no sabía si quería volver a irme de allí para recorrer la selva, quizás prefería desaprovechar la oportunidad que se me brindaba de conocer lo desconocido y quedarme en la cabaña conmigo misma, que, por otro lado, también sería adentrarme en lo desconocido. Pero mi compañero de canoa no lo hubiera entendido. Coge la red de pescar y tira pa’ alante, que es lo que hay que hacer; venga, vamos, un poco más. Esas hubieran sido sus palabras, y yo no tenía fuerzas ni para rebatirlas. Decidí pedir tan solo algo de tiempo muerto, que me dejaran sola en mi cabaña y descansar algo antes de la nueva aventura. Como me dijo un ciego a los pies del Partenón, Conócete a ti mismo. Eso iba a intentar.

Al entrar en la cabaña un frescor me invadió de repente… no sé de qué material estaba hecha la mezcla de las paredes, pero pensé que estos aborígenes eran la ostia, y que se sabían defender de puta madre contra el calor. Y yo enganchada al aire acondicionado… tanta evolución nos hace tontos, pensé. Me tumbé en el suelo y cerré los ojos. Intentaba recuperarme de la picadura de mosquito cuando dos mariposillas se posaron sobre mí, una sobre cada hombro. Eran muy parecidas, pero después de un rato observándolas, (un rato, o más de 20 años, quien lo sabe, allí no llevábamos reloj) vi que una tenía una manchita azul en el ala izquierda y la otra en la derecha. La vida son pequeños detalles.

De repente, me quedé relajada, tranquila, como si esos dos bichitos quisieran hacer que me reconciliara con el mundo de los insectos. Y no sé si lo consiguieron, pero sí sé que por un momento vi más allá… ¿Y si en vez de convertirme en mosquito me convirtiera en una mariposa de colores tropicales? Quizá así consiguiera llamar la atención de mi compañero de canoa, aunque su red de pescar no dejaría que mis alas volaran… Aunque me doy cuenta de que ya me daba igual.



5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

En los días nublados no es bueno adentrarse en la selva. Mejor esperar la salida del sol, pues, aunque no lo veamos, siempre sale.
Tu compañero de canoa no debería seguir dando consejos mientras espera que otros se adentren por él en la selva y corten todas las ramas que rozan y hieren la piel, para tener así el camino libre. Es fácil apartar el primer obstáculo, lo difícil es conseguir salir ileso de la selva por el lado opuesto al que entraste. Pero importa realmente el lado opuesto?? Quizá tampoco sea mejor que el que pisamos. A veces parece que es para mucho y luego no es para tanto.
Tal vez las dos pequeñas mariposas se hayan posado sobre tus hombros para susurrarte al oído lo bella que es tu presencia en su mundo. Nunca deberíamos permitirnos abandonar el mundo de los insectos, al menos no antes de aprender a volar.

2:20 p. m.  
Blogger Marikuki Lucas said...

... DE INSECTO A INSECTO...

Importa realmente el lado opuesto? A veces parece que es para mucho y luego no es para tanto. Cuando estás en un sitio queriendo llegar a otro, y estás más en el otro que no conoces que en el primer sitio... quizá te estás equivocando. Como me dijo un ciego en la puerta del Louvre, yo no necesito irme fuera para encontrar lo que llevo dentro. Quizá el lado opuesto tampoco sea mejor que el que pisamos. A veces parece que es para mucho y luego no es para tanto. Lo que no me dijo el ciego es cómo se sabe cuando uno ha aprendido a volar; o más bien, cómo aprender a volar sin pegarte mil ostias.

4:39 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

"Era libre, libre para todo, libre para aceptar, para rehusar, libre para tergiversar". Acabo de leer estas frases y me he acordado de un ejercicio experimental teatral que vi el jueves (en realidad no he dejado de recordarlo desde entonces, verdad blanki?). La "protagonista" del ejercicio era mi profesora de expresión corporal, Mona (o Mónica, un ser más que humano, casi mágico, al que me encantaría que conocieras). El ejercicio giraba en torno a dos bases: el requiem de Mozart (música que escogió ella) y la despedida (tema que eligió Paca, la preparadora del ejercicio). Mona sabía que durante el ejercicio iban a aparecer elementos externos (relacionados con los cinco sentidos. Muchos de esos elementos eran actores, todos colegas, que representaban distintos personajes y distintos registros: comedia, drama, erotismo...), pero no tenía ni idea de cuáles ni de cómo podían ser, de eso se encargaba Paca, que lo había preparado todo con un secretismo total. Los elementos externos hacían que ella reaccionara de una manera u otra, no había ningún esquema, podía pasar de todo. Te prometo que durante los 59 minutos que duró el trabajo pasé por todos los estados de ánimo posibles y por diversos sentimientos que todavía, a día de hoy, no soy capaz de explicar (desde la felicidad por estar asistiendo a algo tan maravilloso hasta el malestar por sentir cosas que realmente no quería sentir). Durante todo el ejercicio Mona rió, lloró, bailó, se revolcó por el suelo, se desnudó, fue una niña, fue una mujer, fue madre, fue hija, fue amiga, fue amante... Y todo, absolutamente todo de lo que le estaba pasando, era real, ella lo estaba sintiendo con toda la veracidad del mundo (y así nos lo transmitía a los demás). Cuando llegué a mi casa y me tumbé en la cama, empecé a llorar como una magdalena sin poder parar y recordé todos los malos momentos por los que había pasado en tan sólo dos días (la muerte de la chacha; la obra de teatro de Aitana, buenísima pero muy dura; mis cinco minutos de llanto desconsolado a raíz de un ejercicio que hicimos en la clase de expresión corporal; el mal clima que se había creado esa mañana en clase de interpretación, haciendo que el ensayo de la muestra saliera como el culo y el profesor nos echara una bronca tras otra...). Cuando me desperté el viernes, después de haber "digerido" un poco todo lo ocurrido la noche anterior, empecé a pensar que a veces hay cosas que parece que son para mucho y luego no son para tanto, por ejemplo: que la muerte de la chacha en el fondo es motivo de alegría, porque esté donde esté seguro que está mucho mejor que en este mundo que tanto la ha puteado (sobre todo en estos últimos años, donde la naturaleza le arrebató el derecho básico de ser persona, con todo lo que eso significa, no sé si explico); que el llanto en la clase del miércoles en realidad fue algo positivo, porque me permití hacer lo que el cuerpo me pedía sin juzgarme por ello; que la clase el jueves tampoco fue tan mala; que la belleza de Aitana convierte al teatro en algo maravilloso... Pero con el paso de las horas (y días incluso) también me he dado cuenta de que hay cosas que parece que no son para tanto y en realidad son para mucho, porque a pesar de que ya han pasado dos días, todavía no he conseguido dejar de recordar ni un sólo segundo la maravillosa experiencia que pude vivir el jueves; no he conseguido dejar de querer abrazar a Mona y darle las gracias por haberme dejado ser partícipe de algo tan bello (e inusual); de agradecerle también el haber mostrado tanta generosidad en tan poco tiempo (porque dejarse llevar como ella lo hizo esa noche es de ser de una generosidad increíble)...
En fin, que me he desviado un poco del tema central que quería exponer, pero es que no me resistía a compartir contigo todo lo que ahora mismo siento. El caso es que durante 59 minutos, Mona fue LIBRE PARA TODO (volviendo al principio de mi mensaje) y consiguió que todos los que estuvimos allí pasáramos una hora mágica. Y si ese es el verdadero teatro, yo digo: qué coño, yo quiero formar parte de esto cueste lo que cueste.
Pero bueno, ya se sabe, a veces este mundillo parece la ostia y luego no es para tanto.
Mil besos.

8:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

oye, perdón por la "largura" del comentario anterior. Espero no aburrir. Es que cuando me pongo...

8:41 p. m.  
Blogger Marikuki Lucas said...

... Veo que te vas a enganchar poco a poco a esto de contar cosas porque sí, porque apetece sencillamente... ¿A que mola? Pues ya verás cuando pruebes lo de me cago en Dios ;)

Me ha encantado todo lo que has contado... me han dado unas ganas de conocer a Aitana!!! Pero sobre todo me quedo con "el llanto en la clase del miércoles en realidad fue algo positivo, porque me permití hacer lo que el cuerpo me pedía sin juzgarme por ello". Qué bien! Mejor dicho, ¡qué envidia! A mí hace tiempo que eso no me pasa, pero lo recuerdo como algo muy reconfortante.

Respecto a lo del mundo del teatro, y lo que dices de que puede parecer la ostia y luego no es para tanto; en fin, hoy me han dicho una frase que me ha gustado mucho: "Ojalá nunca conozcas a quien admiras", porque la decepción va a ser segura. Y me ha parecido cierto, pero también creo que, decepción arriba decepción abajo (de eso se compone la vida), despejar las dudas y buscar un camino es mucho más sano que quedarse en el sofá soñando con lo que quizá sería si... No me quiero poner en pla UPA, pero ¡adelante! Conquistemos el mundo del teatro. Somos un equipo y aquí ganamos todos, así que quiero conquistarlo contigo. Mi apoyo al 100%.

1 besazo

7:52 p. m.  

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