jueves, junio 08, 2006

LAS MANOS, LOS LABIOS, EL CORAZÓN, LOS OJOS

Sus manos torpes, que ya se estaban secando como hacían cada primavera, llevaban tiempo sin acariciar un rostro aterciopelado. Ni tampoco no aterciopelado. Hacía tiempo que la torpeza era lo único que les sobraba.

Sus labios intratables, que ya se estaban secando como hacían cada primavera, llevaban tiempo sin besar una boca delicada. Ni tampoco no delicada. Hacía tiempo que la brusquedad era lo único que les sobraba.

Su corazón podrido, que ya se estaba secando como hacía cada primavera, llevaba tiempo sin latir por un espíritu virtuoso. Ni tampoco no virtuoso. Hacía tiempo que lo podrido era lo único que le sobraba.

Sus ojos negros, que ya se estaban secando como hacían cada primavera, llevaban tiempo mirando todo aquello que no podían alcanzar. Había tantas cosas que no podían alcanzar. Hacía tiempo que sueños inalcanzables era lo único que les sobraba.

Un día decidió dejar de mirar. Cerró los ojos hasta que llegó el invierno. Todo se ve mejor escondido detrás de un jersey de lana.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Gracias por hacer que Internet, esa masa anónima y a veces poco humana, haya adquirido tanta belleza.
Gracias por compartir tu imaginación con el mundo.
Gracias por hacerme descubrir que mis pensamientos han encontrado un alma gemela en los tuyos (la verdad es que siempre lo había intuído).
Gracias por hacerme sentir tremendamente orgullosa de pertenecer a tu familia (nunca perdí ese orgullo, pero ahora lo has reavivado con una mayor intensidad).
Gracias por tu valentía (¿a China? Qué par de huevos).
Gracias por tu complicidad, que siempre me acompaña.
Gracias por dejarme ser una pequeña mariposa azul (el azul es mi color favorito).
Gracias por hacer que indague tan profundamente en mi cerebro hasta descubrir las palabras perfectas y articularlas en un comentario que no desentone con tu maravillosa poesía.

Mi corazón, mis neuronas, mis vísceras, el dedo pequeño de mi pie izquierdo, su pequeña uña, el iris de mis ojos, mis tímpanos, el lunar de mi mano derecha, mis pulmones… todas y cada una de mis células, vivas y muertas, te dan las gracias. ¿Por qué? Porque así lo siento y me apetece decírtelo.

Siempre me ha dado pánico la frase “no cambies nunca”, pues considero que sería demasiado aburrido mantenernos estáticos toda la vida, así que te pido que cambies, que experimentes, que te reinventes cada día, pero que nunca, NUNCA, pierdas tu magia. Sé que no lo harás, y también te doy las gracias por ello.

Como diría Chaendler: “tú y yo siempre hemos tenido…”

1:59 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

...eso es amor, quien lo probó, lo sabe...

5:14 p. m.  
Blogger Marikuki Lucas said...

Blanca, un ciego que estaba sentado en un banco en frente de la ópera de Sydney me dijo que cuando lo que tengas que decir no vaya a superar lo que ya se ha dicho, lo mejor es que no digas nada. Yo sólo digo gracias, y es que no sé que más decir!

...Por lo demás, viva el invierno!

7:00 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

...cierto, suelo esconderme en un armario hasta que todos los geranios de mi balcón se secan y pasa la jodida primavera...

4:05 p. m.  

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